"No subirse a este tren, llevará a Cataluña a una víamuerta" dice Artur Mas sin pestañear. El hombre que ha roto Cataluña. El
hombre que ha roto su partido, a la sociedad, que es incapaz de solucionar
problemas sociales y que es el urdidor de los problemas de convivencia que hoy
existen en toda sociedad a la que se le ofrece un salto al vacío, nos dice, en
el fondo, que su capacidad política es un fracaso, porque no podría generar
bienestar en Cataluña si no es la Cataluña que él quiere, como él la quiere, y
cuando él la quiere. Como si cualquier persona o sociedad en el mundo pudiese
construir y vivir en una arcadia feliz en la que todos sus miembros estuviesen
al 120% en aquel sitio tal y como lo imaginó el mejor de sus sueños.
Porque claro, Más obvia (además del debate económico de qué
sería de Cataluña independiente), que la Cataluña que él quiere, la quiere con
más competencias que las que España tiene para sí misma, y me supongo también
que la querrá con un saco de oro sin fondo y grifo abierto sin fin por parte de
acreedores, porque total, “no dejarnos gastar la deuda que nos de la gana,
llevará a Cataluña a una vía Muerta”, “no meternos en la UE como Estado
independiente, llevará a Cataluña a una vía muerta”, “no dejarme meter gol en
el patio del colegio, llevará a Cataluña a una vía muerta, y como es mi pelota,
me la llevo”. Me explico, ¿no?
Se me ocurren unas cuantas reflexiones :
1.- Mientras algunos/as estamos a preocuparnos por la
ciudadanía, en cada propuesta política hablamos de empleo, de vivienda, de
derechos sociales, otros están a ocultar su programa bajo el paraguas de “lo
más importante” que es si somos o no somos independientes.
No, lo más importante, en cualquier parte del mundo, es
tener una sociedad de progreso y bienestar. Y eso, no lo posibilita per se, ni
una unión de Estados, ni una nación independiente, ni un Estado federal,
centralizado o descentralizado. Lo posibilita una democracia que articula
políticas de bienestar. Y esa posibilidad existe en Cataluña incluso sin
cambiar una coma de su Estatuto. Existe en España incluso sin cambiar una coma
de la constitución. Lo que no implica que no sea necesario renovar los pactos
de entendimiento. Que lo es.
El problema es que mientras algunos estamos a hacer política,
los/as catalanes fruto del ego divinizador de un líder obsesionado con pasar a
la historia por mártir ante su lucha heroica por conseguir la imposible arcadia
feliz, tendrán una lista que solo hablará de independencia. Pero ¿qué pasará el
día después del 27-S cuando se conforme el Parlamento? ¿Quién defenderá las
políticas progresistas? No será esa lista, esa lista se partirá en tres-cuatro
desde el primer día. Es un debate viciado de inicio.
2.- Mientras algunos, no tenemos miedo al debate “qué es
mejor para Cataluña”, algún líder cobarde, además de meternos en un pozo sin
fondo, elige la política del miedo con el argumento más absurdo: “si perdemos
morimos”. Y, aun siendo mentira, ¿no es fracaso suyo y sólo suyo, no poder
gobernar Cataluña? Si cree que no puede gobernar Cataluña, ¡déjeselo a otro!
Algunos, por otra parte, creen
que si Cataluña fuese independiente, al menos ganarían que quienes no lo somos
nos callaríamos. Obviando que al día siguiente de una Cataluña independiente,
seguiría habiendo un socialista defendiendo un mundo más justo, mas
igualitario, más solidario, más libre TAMBIÉN en Cataluña.
3.- Mientras el mundo cambia, la Unión Europea se hunde
porque atenta contra sus propios principios de solidaridad y… unión, valga la
redundancia, algunos están a localismos. Ahora mismo están en juego cosas más
importantes como ese espíritu romántico del Estado-Nación. Es más, está en
juego precisamente que el Estado-Nación es lo que nos separa, lo que hace que
las élites económicas sin alma separen a la mayoría social y ellos puedan
campar a sus anchas.
En Cataluña está en juego también un mundo donde la mayoría
social sea aquella que sufre por sacar adelante su vida dando igual de donde
sea, o si lo importante son las mayorías sociales de cada lugar, enfrentadas
las unas con las otras por una élite política y económica que lo que en el
fondo quiere ser que nunca haya una mayoría internacional.
4.- Mientras algunos siguen a lo suyo, los y las socialistas
nos reafirmamos en que España debe cambiar la Constitución, para varias cosas:
a.- Lo primero para dar cobertura constitucional a derechos
ciudadanos. Que se olvida, no deja de ser lo más importante.
b.- Lo segundo para articularnos mejor, y ahí nuestra
apuesta de un Federalismo que distribuya mejor competencias, que haga que las
partes se corresponsabilicen del todo para sentirse más integradas, que no haya
duplicidades, que los estamentos del Estado funcionen mejor, que haya más
transparencia, que las nuevas generaciones relegitimen el pacto constitucional…
c.- Lo tercero, si, para dar encaje a las diferentes maneras
de sentir España, pero esa parte habrá que resolverla negociando una nueva
Constitución.
Esto es responsabilidad. Abramos el debate, acometamos una
reforma constitucional desde lo más importante (que es la ciudadanía), pasando
por todo lo que quiera debatirse, pero sin apriorismos, sin políticas cobardes
del miedo.
No es cuestión de que podamos convivir. Es que debemos
convivir. Debemos re-prestigiar el sistema democrático, el pacto que nos une
como conjunto de sociedades que hacen una sociedad heterogénea, particular, que
ha conseguido grandes éxitos democráticos, de progreso, de libertad, de
igualdad, de bienestar.
Que hay que abrir un tomo nuevo de este proyecto de convivencia.
Que hay que empezar a escribir un futuro nuevo. Pero sin empezar de cero, releyendo
el tomo anterior. Reconociendo errores, fallos del sistema, pero sin olvidar ni
un solo día, los éxitos conseguidos.
Quienes nos quieren hacer olvidar los éxitos de un pasado en
común, no se diferencian de aquellos radicales que destruyen los budas de arena,
las bibliotecas de oriente, que no quieren que existan referentes para que el
futuro sólo lo puedan escribir desde su palacio de marfil.
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