El PSOE es, ha sido siempre y por mucho que cambie, tiene que seguir siendo un partido que prime el proyecto, las ideas, el equipo, la valia, y tambien la MARCA (que representa que prevalezcan unos valores) por encima de primar a las personas y su estela.
Por supuesto que el PSOE necesita referentes. Y muchos/as lo son, por suerte. Pero lo son porque antes trabajaron con proyecto, con ideas, con equipo, demostraron una valía y sobre todo lo hicieron con una MARCA que representa unos valores.
Esa es además la única manera para que se generen los valores orgánicos suficientes para hacer buena política para la ciudadanía, en un partido grande, diverso y heterogeneo como el nuestro: la confianza, el compañerismo y la lealtad. Lo contrario, el personalismo, haría prevalecer la desconfianza, el individualismo y la deslealtad.
Si alguien quiere plantear, en nombre de la democracia, que lo positivo es primar a las personas y su estela, estoy convencido que no van a contar con la mayoría. Y mucho menos con la joven. No contarían con nosotros, porque dejaríamos de ser el PSOE. El de Pablo Iglesias, Tomas Meabe y Ramón Rubial.
Y alerto contra este riesgo, ante los discursos que últimamente prevalecen en los medios de que democracia es lo más progreguay que se nos ocurra, siempre y cuando no coincida con ninguno de los valores que han sostenido la democracia los últimos 30 años y que han logrado que alcancemos, hasta hace muy poco, las mayores cotas de bienestar de nuestra historia.
Alerto contra los titulares de brochazo gordo, contra las frases fáciles y biensonantes, contra la seducción de los y las juntaletras bonitas pero vacías de contenido, de valores y sobretodo carentes de una trayectoria que de veracidad o confianza para creernos que lo que intentan transmitir ellos mismos lo creen de verdad.
Yo quiero que mi partido cambie para que de respuestas a los nuevos interrogantes del siglo XXI. No quiero que cambie para que se convierta en otra cosa nueva. Lo mismo quiero de la política para y por la ciudadanía y su bienestar.
No vaya a ser que muramos por exceso de democracia, no vaya a ser que por ese exceso, nos convirtamos en lluvia de estrellas, porque como toda estrella... corremos el riesgo de estrellarnos.
Por supuesto que el PSOE necesita referentes. Y muchos/as lo son, por suerte. Pero lo son porque antes trabajaron con proyecto, con ideas, con equipo, demostraron una valía y sobre todo lo hicieron con una MARCA que representa unos valores.
Esa es además la única manera para que se generen los valores orgánicos suficientes para hacer buena política para la ciudadanía, en un partido grande, diverso y heterogeneo como el nuestro: la confianza, el compañerismo y la lealtad. Lo contrario, el personalismo, haría prevalecer la desconfianza, el individualismo y la deslealtad.
Si alguien quiere plantear, en nombre de la democracia, que lo positivo es primar a las personas y su estela, estoy convencido que no van a contar con la mayoría. Y mucho menos con la joven. No contarían con nosotros, porque dejaríamos de ser el PSOE. El de Pablo Iglesias, Tomas Meabe y Ramón Rubial.
Y alerto contra este riesgo, ante los discursos que últimamente prevalecen en los medios de que democracia es lo más progreguay que se nos ocurra, siempre y cuando no coincida con ninguno de los valores que han sostenido la democracia los últimos 30 años y que han logrado que alcancemos, hasta hace muy poco, las mayores cotas de bienestar de nuestra historia.
Alerto contra los titulares de brochazo gordo, contra las frases fáciles y biensonantes, contra la seducción de los y las juntaletras bonitas pero vacías de contenido, de valores y sobretodo carentes de una trayectoria que de veracidad o confianza para creernos que lo que intentan transmitir ellos mismos lo creen de verdad.
Yo quiero que mi partido cambie para que de respuestas a los nuevos interrogantes del siglo XXI. No quiero que cambie para que se convierta en otra cosa nueva. Lo mismo quiero de la política para y por la ciudadanía y su bienestar.
No vaya a ser que muramos por exceso de democracia, no vaya a ser que por ese exceso, nos convirtamos en lluvia de estrellas, porque como toda estrella... corremos el riesgo de estrellarnos.
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