No es ningún secreto entre mis amigos, que el Diputado General de Gipuzkoa, Marín Garitano, cada día me recuerda más a Martín Gargamel. En una historieta, en la que "los pitufos" vendríamos a ser la sociedad vasca, y en la que un personaje, está empeñado en capturar a esos pitufos a toda costa, (en el caso de los pitufos, captura literal, en este caso sería una captura intelectual, mediante el arte de la oratoria, la retórica y la demagogia).
Y es que su última ocurrencia, ha sido decir que Bildu "no cantará la partitura" que le pongan "otros partidos" al exigirle que pida el final de ETA.
Y tengo tres simples valoraciones:
- No son "otros partidos": es la sociedad vasca.
- No son "otros partidos": es la promesa electoral de "partido de la paz" bajo la que se presentaron a unas elecciones y bajo la que consiguieron unos resultados electorales determinados
- No son "otros partidos": es una cuestión de valores, de civismo, de moralidad, de ética, y es tan sencillo como un simple "ETA debe dejar las armas porque violencia y política son incompatibles". Y decir, sin embargo, que necesitan un tiempo para pedir el final de ETA roza la ilógica pura.
But, this is Euskadi...
Gargamel, era un personaje extraño. Fue expulsado de su orden debido a la intención de enriquecerse mediante la alquimia, pero que unas veces decía que perseguía a los pitufos por la piedra filosofal, otras veces para fabricar oro, en otras ocasiones para echarlos a la olla, y en definitiva, buscaba razones para atrapar a los Pitufos, pero no eran otra cosa que excusas, y primaba una única razón: mientras las razones que esgrimía para atraparles, eran constantemente incoherencias y nada sujetas a la realidad, simplemente los odiaba y no respetaba su existencia.
De eso estamos hablando. Algo tan claro como si Martín Gargamel respeta mi existencia o no. Y si la respeta, que le pida a quien no la respeta que deje de existir.
Gargamel, era un personaje extraño. Fue expulsado de su orden debido a la intención de enriquecerse mediante la alquimia, pero que unas veces decía que perseguía a los pitufos por la piedra filosofal, otras veces para fabricar oro, en otras ocasiones para echarlos a la olla, y en definitiva, buscaba razones para atrapar a los Pitufos, pero no eran otra cosa que excusas, y primaba una única razón: mientras las razones que esgrimía para atraparles, eran constantemente incoherencias y nada sujetas a la realidad, simplemente los odiaba y no respetaba su existencia.
De eso estamos hablando. Algo tan claro como si Martín Gargamel respeta mi existencia o no. Y si la respeta, que le pida a quien no la respeta que deje de existir.
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