En el fondo y si se fijan, hubo ausencia de todo lo demás, salvo de lo ya conocido:

En el fondo, no estoy tan enfadado, como sanamente picado. Es como cuando no queda rencor por perder un partido y se es deportivo, pero no deja de faltarte el no haber ganado.

Y eso pasa también cuando haces las cosas por devoción, por gusto, por que te gusta, porque es una pasión, como el escribir que es uno de mis vicios, aunque lo haga mal, o tenga mucho que mejorar. Pues eso, que uno NO quiere agradecimientos, pero para que negarlo, los agradecimientos a uno le llenan aun cuando sabe que no se los merece, o se los merece con muchas comillas.

Y por defecto, la ausencia de ellos, a uno no tanto lo llenan de tristeza, cómo si de ausencia de algo. Es decir, que hoy no estoy enfadado, ni dolido, ni picado realmente (que no lo estoy, porque para que algo me moleste hace falta mucho, por suerte), pero si que constato una ausencia de algún detalle que se tenía que haber dado. Molestia se podría llamar. Pero yo lo llamo ausencia.

Y no se, sólo hubiera bastado con un "tómate un caña con nosotros", o "me he pasado por tu blog" aunque hubiese sido para decirme que era una mierda, es decir, aunque hubiese sido para criticarlo. Porque aun criticándolo, y aun haciéndolo, como lo hago, por devoción y sin que nadie te lo mande, a uno le gusta saber que hace un buen trabajo. Y no vale aquello de "me importa una mierda lo que opinen los demás", no es verdad. O sí, porque me importa eso mismo, sin embargo no deja de ser algo destacable, la ausencia del detalle, y a eso me refiero. Y claro, hablo del "tómate una caña", pero por no hablar de la comida y la cena.

Y no hablo sólo de mí. Hay otras (al menos) dos personas que podrían haberse sentido meridiánamente como yo. O al menos, que de esto hablamos, haber sentido lo que llevo llamando todo el post como ausencia de detalle.

Pero por suerte, la caña nos la tomamos juntos, nos paseamos por nuestros blogs mutuamente, y hubiéramos comido y cenado tranquíla y animádamente juntos, pero además, en nuestro pequeño coloquio en una esquina, nos acompañó aquel cuyo humor y agradecimiento (como el pánico escénico) vibrába como la devoción que se le notaba por la escritura.

En el fondo, todo lo que cuento son cosas tan vacuas, y que carecen de tanta lógica que podrían considerarse como tonterías, que en el fondo lo son... pero este espacio no deja de ser, precisamente un medio para decirlo.

Y uno lo piensa, ¿haces el ridículo diciéndolo, y además a toro pasado? Y se acaba dando cuenta que, además de ser imposible decirlo antes de (no) ocurrir, por convicción, (invitarle a incluirse a uno le sale o no le sale), uno mismo, que no es un cualquiera, en tanto en cuanto NUNCA protesta, ni quiere saraos, sino que precisamente, aunque la coyuntura le haya hecho parecer lo contrario, dónde está cómodo es detrás de una cámara, del protagonismo y no delante, por muy cutre que sea pretender ir a una comida, sabe, y sólo se dan un par de ocasiones al menos por cada lustro, dónde tiene y puede estar, como dónde no tiene ni puede estar, y en efecto, uno, del que hablamos, que es uno mismo, sólo protesta cuando no está donde podría o debería perfectamente estar.

Por suerte amigos, uno va a seguir practicando su devoción, y va a seguir escribiendo. Que ideas no le faltan, por suerte ganas de decirlas... tampoco.