Me
sorprende, o ya no, no lo se, cómo cíclicamente surge el debate sobre el
velo/burka/burkini como si además fuese lo mismo. Y es que, una cosa es el
debate del burka (que por cierto no es el mismo que el del velo y ni siquiera
que el del burkini), y otra es el de si permitir el baño o no a mujeres con el
mal llamado burkini. Porque se trata de eso.
Y
es que, voy a empezar por el final, para mí, lo ocurrido en Francia (una pelea
por llevar Burkini y prohibición en varios municipios de su uso), es un
problema con el Islam, y con la libertad de la mujer, disfrazado paradójicamente
de protección de la misma.
¿Qué nos preocupa realmente más, la “falta” de libertad de la mujer para ponerse Burkini, o la demasiada libertad de nuestra sociedad para permitirlo? Porque en base a la respuesta, quizás he de preocuparme de la sociedad en la que vivo.¿Qué nos preocupa más, la “imposición” de una religión, o que sea una religión que no sentimos como “nuestra”?¿Que le “afecte” a mujeres, o que, qué casualidad, sean extranjeras de tez morena en la playa, cuya presencia no lo diré en alto pero un poquito si que me molesta?¿Qué me molesta más, mi poca tolerancia disfrazada de dignidad, o que el burkini sea la única manera de que una mujer concreta disfrute de la playa o la piscina?¿Es más libre bañarse enseñando más centímetros de piel? ¿es tan raro pensar que quien lleva velo se siente mas cómoda bañandose con burkini y que lejos de abrir el debate, lo que haría sencillamente es no ir a la playa de no tener un recurso diferente para poder hacerlo cómodamente?
Y
es que ahí quiero llegar: al margen de opiniones personales y bien construidas
de respeto a la mujer respecto a las prendas vinculadas a la religión, que las
hay, lo que más me cabrea, es que, quienes están liderando el debate no son
precisamente los defensores de la igualdad. Sino, más bien, los defensores del
Trumpismo europeo.
Ese
que vincula inmigración a violencia, Islam a terrorismo, y todos ellos además
viviendo de las ayudas sociales y a la vez quitándonos el trabajo de “los
nuestros”. Y no les preguntemos a estos Trumpistas europeos por su opinión
sobre la mujer. Pero cuando se junta, mujer e Islam, imagínense que lío.
Y
no dejará de sorprenderme, mas en una sociedad en la que hace escasos 20 años,
todavía era socialmente obligatorio el luto en la mujer (y otras tantas
prendas), porque había que llorar con pena y amargura la muerte de un marido, y
ya de paso recordarle a la sociedad que una no era ya igual de completa porque
le faltaba el cabeza de familia, pilar básico y sustento, no solo económico
sino intelectual del núcleo familiar.
Ha
sido la lucha de la igualdad en todos los aspectos de la vida (lucha que todavía
tiene que continuar), lo que ha hecho que algunas tradiciones, sin necesidad de
prohibirlas (porque estaban vinculadas a tradición/sentimiento), hayan caído en
desuso, precisamente porque, la mujer, cada día mas libre y más igual, ha
decidido dejar de usarlas.
Como
tantas españolas que son musulmanas, “que no están ni en desiertos remotos, ni
en montañas lejanas”, que diría aquel (y a veces se nos olvida, por cierto), y deciden
llevar el velo e incluso un día, deciden quitárselo, frente a la presión, en
ambos casos de su entorno social, fuertemente vinculado a la religión y a la
tradición (presión que no nos debiera parecer ajena). Y no dejan ni en un caso
ni en el otro de ser más o menos musulmanas. Mejores o peores musulmanas. Ni
tampoco más o menos occidentales. Ni mejores o peores occidentales. Ni más o
menos españolas, ni mejores ni peores españolas.
Y
lejos de juzgarlas, porque al final queriendo defenderlas las presionamos todavía
más, yo las APLAUDO y las animo a ser más libres y más iguales sea para una
cosa o para la otra.
Mi
lucha, siempre será porque la mujer alcance la libertad y la igualdad y sea
independiente de cualquier hombre, religión u opresión. Pero mientras la
encuentra (o mejor dicho, mientras yo, con la arrogancia característica de
occidente con la que me permito creer que, aquella que usa burkini no lo es,
creo que la encuentra) lucharé también por liberarla de la propia opresión a la
que mi sociedad, más arrogante todavía que yo, la quiere someter, encima
disfrazándolo de libertad.
Cuando,
en la defensa de la libertad recortamos libertades, se empieza por las de otros
(y no nos importa), pero al final nadie queda para defendernos cuando nos
quitan las nuestras. Ni siquiera nosotros mismos, porque los ideólogos del
disfraz, nos han convencido que lo contrario a la libertad, es el bien mayor de
la LIBERTAD en mayúsculas. Y miren, pues no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario